Desde hace varios meses
nos vienen diciendo que lo que estaba en debate era “aborto legal o
clandestino”. Y resulta que, en
la sanción de la Cámara de Diputados, terminaron votando y
festejando un texto legislativo que sigue penalizando a la mujer en
algunos casos y, por lo tanto, arrastrándola al aborto clandestino e
inseguro. ¿Qué pasó?.
El proyecto de ley
presentado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal,
Seguro y Gratuito era diferente. Allí se establecía claramente el
derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, a simple
petición, de manera irrestricta, como un derecho de las mujeres. Y
por eso derogaba varios artículos del Código Penal, entre ellos el
88. Pero sabiendo que esa ley no iba a salir porque no tenía apoyo
mayoritario, se hicieron algunas concesiones. Entre ellas, reducir la
pena del artículo 88 pero dejar la penalización, criminalización,
de la mujer. A la par, varias diputadas que votaron en contra de
la legalización, con mayor conciencia social, pedían despenalizar
totalmente a la mujer, algo con
lo que personalmente estoy de acuerdo.
El aborto, si finalmente
se sanciona esta ley, seguirá ubicado en el Título I y Capítulo I
del Libro II del Código Penal, es decir, seguirá tipificado como un
delito contra la vida de las personas. Esto queda claramente
establecido en los primeros 4 artículos de la sanción de Diputados,
más allá de los errores técnicos en cuanto a legislación penal
que tiene el texto normativo.
Pero si seguimos leyendo,
en los artículos 5° y 7°, se habla de garantizar el derecho a la
interrupción voluntaria del embarazo. ¿Cómo puede ser que un
aborto en la semana 16 deje de ser un delito contra la vida de las
personas y convertirse, mágicamente, en un derecho, con sólo
esgrimir un causal de salud emocional o social? Inconcebible...
Sucede que no todos los
que votaron a favor, militaron, este proyecto de ley sobre la
legalización del aborto, piensan lo mismo. Y esas contradicciones
se trasladaron al texto normativo para, como han dicho algunas
diputadas pro-legalización, “sacar la ley como sea”.
En realidad, entre los
que votaron en contra también hay disidencias ideológicas y de
propuestas. Quizás lo que nos una a la gran mayoría del Pueblo
Argentino es entender al aborto como un drama. Algo que no queremos
que pase. Algo traumático que no elegimos como proyecto de vida. Y
por eso hay que trabajar de forma mancomunada, con políticas
públicas de salud, educación, derechos humanos, sociales, para
encarar y solucionar este fracaso de la sociedad que es el
drama del aborto.
Pero aquellos que estamos
en el mundo político sabemos que hay un grupo minoritario que
impulsa esta ley con otras ideas. Es cierto que no siempre lo
reconocen en público, que maquillan sus argumentos, que buscan
esconder sus verdaderos pensamientos: conciben al aborto como un
derecho de todas las mujeres (y personas gestantes, es decir,
varones trans con útero) que pueden terminar con su embarazo en
cualquier momento y por cualquier razón. Porque sí. ¿Y por qué
no lo dicen abiertamente? (con
ayuda del blindaje mediático). Porque saben que la gran
mayoría del Pueblo Argentino jamás apoyaría una ley así. Por eso
el nuevo debate, de cara al tratamiento en Senado, debiera ser: ¿es
el aborto un drama o un derecho?.
Estoy
convencido, y tengo razones científicas, jurídicas, filosóficas y
políticas para estarlo, que antes de nacer ya hay un ser humano con
derecho a la vida. Y es por eso que me opongo a la legalización del
aborto. Pero entiendo, y respeto, que no todos compartimos esa
mirada. Sin embargo, no tengo dudas de que la gran mayoría de las
argentinas y los argentinos consideramos al aborto como un drama y no
un derecho. La mujer también
es víctima. Cuidemos todas las vidas, toda la vida.
Y, además, sabemos que
la verdadera solución pasa por la Prevención, la Educación
Sexual Integral, un Real Acceso en Igualdad de Oportunidades a la
Salud de Calidad, y todas las Políticas Públicas pensadas en clave
de Derechos Humanos y Justicia Social. ¿Cuál es la excusa para
no hacerlo ya? Sabemos que hoy hay cientos de mujeres que mueren
al año en nuestro país por malnutrición, tuberculosis y Chagas.
¡Hasta mueren por complicaciones en el embarazo y el parto aquellas
que sí desean tener a sus hijas e hijos! Sabemos que en algunos
lugares de nuestro país, hoy, una mujer que sí quiere que nazca su
hija o hijo debe viajar hasta cientos de kilómetros para poder
parir. En varios puntos de nuestro país no hay hospitales,
quirófanos, médicos, remedios, ni siquiera vendas y curitas... ¡No
hay ecógrafos! Si no los hay para controlar un embarazo (¡cuántas
mujeres en situación de vulnerabilidad no acceden a los controles
necesarios!), ¿cómo van a realizar cualquier tipo de aborto donde
deben realizarse ecografías antes y después? ¿Cómo van a hacer
para garantizar realmente el aborto legal, seguro y gratuito a
aquellas mujeres que hoy no acceden ni siquiera a un parto legal,
seguro y gratuito? Esta ley que se debate no va a solucionar el drama
del aborto, ya que parece pensada para garantizar el derecho a
terminar un embarazo y no para cambiar el sistema injusto que sufre
la mayoría de nuestro Pueblo.
Pero, ¿qué hacer
frente a una mujer que expresa su deseo de abortar? Una
mujer que llega a esa situación es porque no encuentra salida.
Continuar un embarazo no deseado, dar en adopción o abortar son tres
opciones que vive como un drama. Por eso es fundamental contenerla,
escucharla y acompañarla. Nunca juzgarla, independientemente de la
decisión que tome. Nunca pedir una sanción penal para ella. Porque
el aborto es un drama. Y los dramas no se legalizan, sino
que el Estado debe hacerse cargo de encontrar soluciones superadoras,
creativas, desde las políticas públicas.
Existen varios proyectos
presentados en el Congreso que presentan alternativas reales,
superadoras, a la legalización del drama del aborto. Uno de ellos,
con numerosas firmas de los diferentes bloques partidarios,
presentado varias veces y nunca tratado, es el que propone la llamada
Ley de Protección Integral de los Derechos de la Mujer Embarazada.
Allí se plantea, además de la Asignación Universal por Hijo
por Nacer, y entre otras propuestas, la creación de Centros
de Asistencia a la Mujer Embarazada, cuya finalidad será la de
brindar asesoramiento, contención y apoyo a las mujeres que cursen
embarazos conflictivos y/o se encuentren en situación de riesgo
psicofísico, social o económico. Esos Centros estarán conformados
por profesionales médicos, en las especialidades de ginecología y
obstetricia, neonatología y psiquiatría; por psicólogos y por
trabajadores sociales.
En vez de destinar
recursos públicos a garantizar una práctica que se resigna al
fracaso social del drama del aborto (ni que hablar de los miles de
millones de pesos que se despilfarran en endeudarse para pagar
intereses de deuda), ¿por qué no destinamos todo ese
presupuesto, y toda la energía movilizada en estos meses con colores
verdes, celestes y demás, para garantizar el efectivo ejercicio de
los derechos que sí tenemos?. De esa manera, en menos tiempo,
bajaría la cantidad de embarazos no planificados, bajaría la
cantidad de abortos, bajaría la tasa de mortalidad materna y,
además, caminaríamos hacia el horizonte que todas y todos buscamos:
la Felicidad del Pueblo.
Publicado en InfoBae: https://www.infobae.com/opinion/2018/06/20/el-nuevo-debate-aborto-drama-o-derecho/
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