domingo, 24 de junio de 2018

"Es aborto sí o no" por Florencia Coto

No es aborto legal o no, es aborto sí o no.
La semántica manipulada puede vendernos a nuestros propios parientes. El discurso de la elección de legalidad o clandestinidad es la encarnación de la autoculpa de pararse en una vereda o en la otra. Pero, culpa sobre qué nos quieren acuñar, si previamente no se informa de lo que se está hablando. Para discutir la legalización de una práctica, es necesario a priori hablar de la práctica que se llevaría acabo en tal legalización.
Por eso la discusión no es legal o no, sino sobre el aborto.
¿En qué momento convertimos a la juventud en máquinas que obedecen consignas en vez de discutir contenidos?
Se ha instalado en las calles, familias, escuelas, redes sociales y medios de comunicación. Se ha generado en los adolescentes una sensación de pertenencia a un grupo, basado en slogans carentes de contenido, que se evidencian ante la imposibilidad de responder a la simple pregunta de ‘qué es un aborto como práctica’, y ‘cuáles son los procedimientos para realizarlo’. Pero la culpa no es de ellos, que se saben defensores de causas injustas, sino nuestra por dejar que los engañen.
Por eso la discusión no es legal o no, sino sobre el aborto y su práctica.
Decir que "La mujer aborta", no es lo mismo a "algunas mujeres abortan". Correr con el discurso de la práctica milenaria y universal del mismo para avalarlo legalmente, lo único que hace es evidenciar la ausencia del Estado, el machismo, la misoginia y las falencias de un sistema que sigue viendo a la mujer como un bien de uso embarazable y abortador, y que muy poco ha avanzado en todo ese tiempo. Bajo esa misma premisa, si es una acción llevada a cabo por el humano, podría, por ende, ser tan antigua como el ser humano en sí, o no. Hablar desde la subjetividad y los potenciales, plantean la incerteza y nos motivan a ‘tener que hacer algo’. El problema es que ese hacer algo, no se convierte en acción cultural y social de prevención, para que las mujeres no tengan que atravesar un aborto, sino en habilitar la práctica de manera legal.
Así, decir "las mujeres abortan", poco lejos está del juicio "cierren las piernas”, ya que aseverar el primero, avalaría el segundo. Hay que desacreditar esos juicios micro machistas y entender que los embarazos no son autogestionados, sino que son producidos por dos partes y que tanto llevarlo a cabo o ponerle fin a esa vida es responsabilidad de dos. Porque la mujer no es un objeto a la que se la deja embarazada, y, como tampoco la mujer se embaraza, no debiera caer sobre ella, el juicio de: la mujer aborta, más cuando la mayoría de los casos es bajo presión de la pareja, la situación económica, la familia, etc.
Por eso la discusión no es legal o no, sino sobre el aborto y sus causas.
Creer sin cuestionar las cifras repetidas y aceptarlas como verdad, sin siquiera ver que es una réplica sistemática en cada país en que intenta legalizarse (como ahora mismo en Perú), es autoengañarnos. Pues, de ser cierto, por un lado, los censos arrojarían otras cifras y por el otro, no se entendería como de las aprox. “300 mil mujeres” que abortan anualmente en la clandestinidad (según quienes promueven estas campañas), en el año consecuente a su legalización lo hagan “apenas mil” aproximadamente.
El futuro que queremos construir no está en obedecer a la mayoría, a la verdad como un consenso, a lo impuesto, a la publicidad, a los medios hegemónicos, a la autoridad, a la imagen que genera rating, followers y likes. Si no, en cuestionar las estructuras impuestas en este mundo posmoderno que nos lleva al vacío de no solucionar las cuestiones de base.
Somos un pueblo gestado por la lucha de clases, que busca soluciones a los problemas que enfrentan los menos favorecidos, en pos de alcanzar la justicia social. ¿Cómo sería factible hablar de aborto alegándola como solución a las mujeres pobres, cuando ellas mismas en las audiencias en Diputados han defendido su postura a favor de la vida, reclamando condiciones dignas de vivienda, salud, educación y trabajo?; que son sus verdaderas luchas y no la eliminación de "pobres en gestación”.
Por eso la discusión no es legal o no, sino sobre el aborto como directiva política.
Quienes señalan el camino de eliminar una consecuencia sin solucionar su causa, son los mismos que esbozan como medida de crecimiento la inmersión de empresas extranjeras en lugar de afianzar la industria nacional.
Así, esgrimen una solución a la mortalidad materna, eliminando al hijo; la solución a la pobreza, eliminando a los pobres; solucionar las muertes por aborto (-30 anuales entre abortos provocados y espontáneos), avalando el aborto. Lejos de ser una propuesta integradora y superadora, es una salida exprés a las causas que llevan a una mujer a someterse a un aborto.
El aborto mata, realizado de manera legal o de manera clandestina. Aseverar que existen "muertes por aborto clandestino", es una falacia. En su lugar, habría que hablar de muertes por sometimiento a intervenciones quirúrgicas ilegales, por provisión de medicamentos sin receta, por invasión física.
Entonces, en lugar de reducir la pena a quienes realicen tales prácticas, (atenuándolas en caso de muerte de la mujer) como prevé el proyecto de ley, hay que penalizar a quienes las realicen, para acabar con ellas y su lucro y evitar más muertes, solucionando a la par, las causas que llevan a alguien a someterse a tales prácticas que ponen su vida en riesgo.
Porque por más que se hable de esto a modo de “derecho a elegir”, el mismo jamás podrá ejercerse, pues no hay libertan si no hay igualdad de condiciones y oportunidades. Porque por más que sea legal y gratuito, las ricas no abortarán en los hospitales públicos y las pobres no tendrán infraestructura hospitalaria dónde realizarlos, debiendo caer en la clandestinidad por falta de recursos.
Así, este proyecto de ley pretende dar vía libre a su práctica de manera legal para habilitar las clínicas privadas, cuyos dueños, son quienes están detrás de esta campaña y quienes reciben explícitamente financiación extranjera desde hace varios años.
Por eso la discusión no es legal o no, sino sobre el aborto como negocio.
Porque acaso en todo esto, ¿alguien ha pensado en cuán terribles serán los motivos que llevan a una mujer a preferir poner en riesgo su vida antes que continuar un embarazo?, o ¿a qué entorno vuelve la mujer luego de practicarse un aborto? Es tiempo de reaccionar y cuestionar. De exigir soluciones profundas y no superficiales. La mujer no puede convertirse en un envase de llenado y vaciado a demanda, luego de tanta lucha por desobjetizarla, de tanto empoderamiento.
¿Cómo fue que pasamos de la "asignación universal por Hijo”, “por hijo POR NACER" y "Qunita", a desechar la vida en su primera etapa? ¿En qué nos convirtieron? Las mismas personas que están detrás de la eliminación sistemática de la pobreza, son los que gritaban en su momento "se embarazan por un plan". Los grandes gestores de este movimiento (no las personas que defienden esto como lucha propia convencidos de que es algo bueno) poco interesados están por la vida y por la mujer. Su interés es político y/o económico, caso contrario sería inentendible que distintas banderas políticas estén defendiendo la misma causa. O somos muy tontos para no darnos cuenta y/o ellos son muy manipulables y dejan en la puerta del Congreso sus convicciones.
De esta manera, esta "lucha" planteada como: si/no a su legalidad, reduce, por medio de la culpabilidad de pararse en una u otra vereda, la discusión a una cuestión individual y subjetiva; Sin informar sobre su práctica y enajenando los intereses pueblo. Porque nadie quiere estar del lado de los malos, por supuesto. Pero, nadie quiere discutir qué es lo que está mal.
Por eso la discusión no es legal o no, sino sobre el aborto.
Somos un pueblo con convicciones y nuestra postura es respetar toda vida, siempre. Porque la patria es el otro, porque estamos del lado de la lucha, del desfavorecido, de el empoderamiento, del voto femenino. Jamás nuestro bando será el del desecho, el de emparchar los baches como solución, de ‘eliminar el cartón de las calles para que no haya más cartoneros’; jamás será exigir la legalidad del aborto como solución, menos sabiendo que es lo mismo que pide Patricia Bullrich.
Queremos salud en cada barrio y universidades por todos lados, conquistar derechos, bajar cuadros. Queremos futuro para siempre. Creemos en educar en biología, en salud, en el respeto mutuo y en el amor; para así prevenir embarazos no deseados, en vez de acabar con la vida de un ser humano en el vientre porque nadie deseó su existencia. Rechazamos la misoginia de que el deseo o la aprehensión psicológica que alguien tenga sobre un tercero determine la continuidad de su vida.
Y jamás podremos alegar el tiempo que lleva de vida un ser de naturaleza humana, para determinar su derecho a continuar viviendo; pues sería tan ridículo como avalar la represión policial en una marcha, por la incerteza de los frutos de la lucha.
Por eso la discusión no es legal o no, sino sobre el aborto y el derecho a vivir.

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